
La pandemia hizo lo suyo y Brasil redujo drásticamente sus compras. Y ya se ven los coletazos: en el valle del río Colorado enormes cantidades de cebolla esperan al sol por un lugar en un mercado interno, casi saturado, ante la resignación de los productores por no encontrarle otro destino. ¿El resultado? Un desplome de precios que sacude a todos, afecta hasta en los alquileres de los campos y preocupa en otras zonas cebolleras de Argentina. Para colmo, la sequía pone al riego futuro entre signos de pregunta.
“Siempre exportamos unas 150.000 toneladas a Brasil y antes de tener la crisis hídrica actual estábamos en el orden de unas 200.000. Pero ahora tenemos cebolla como para saturar el mercado interno y eso hace que estemos en una situación de gravedad con una mercadería que se va perdiendo, porque a medida que pasa el tiempo se descompone al sol”, le explicó a A24.com Agro Eduardo Juárez coordinador gremial de la Asociación de Productores de Villarino (Aprovi) y dirigente en la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME).
El panorama, mirado desde el bolsillo de los productores, está lleno de preguntas: nadie sabe cómo hacer para paliar los $10 de costo que conlleva cada kilo producido, con los apenas $3 que se paga hoy en tranquera.
“Esto es quebranto”, resumió Juárez.
El segundo frente de conflicto tiene que ver con el clima. El panorama no muestra un pronóstico que aliente porque al ser la cebolla un cultivo que se produce intensivamente bajo riego, y que requiere de grandes cantidades de agua para terminar su proceso formativo, es en ese aspecto donde la tendencia no muestra datos alentadores. El río Colorado atraviesa una profunda sequía por la ausencia de nevadas en la Cordillera de Los Andes y su caudal está en mínimos históricos.
El agua de riego es la condición vital para las producciones agropecuarias en una zona que se caracteriza por su aridez y pocas lluvias locales. Pero los valores hidrológicos actuales del Colorado desalientan tanto como el frente económico.
Brasil y las compras que “no vinieron”
Alentados por el gran nivel de ventas durante 2020, año en el cual el país vecino no tuvo una buena performance productiva en cebolla en las regiones de Pernambuco y Bahía, en los estados del norte, las exportaciones desde Argentina habían motorizado el ánimo de los productores que lograron ubicar más de 155.000 toneladas allí.
Según datos del INDEC exactamente 155.307 a lo largo del todo el año pasado, pero el período más importante -casi toda la producción excepto un porcentaje ínfimo en diciembre- tiene que ver con una ventana que se abre en marzo y que puede llegar hasta principios de julio.
¿Qué fue lo que pasó esta vez?
“La cebolla de acá no va en barco, sale del país en camión”, explicó Juárez. En esa ventana de marzo a julio puede darse el flujo diario de más de 100 camiones por día rumbo a la frontera, y de un modo, en algunos casos, absolutamente informal: es frecuente que los transportistas brasileños y argentinos acudan a la región ante el comienzo de la cosecha, pero sin contratación previa, y cierran la operación logística ante la recorrida por los galpones de empaque en los que se procesa la cebolla que está apta para la venta y se descarta la que no tiene valor comercial.
“Algunos que tienen alguna pequeña flota con camiones habilitados incluso se ponen a la espera en las estaciones de servicio de los pueblos de la región y enseguida consiguen mercadería para transportar”, contó Juárez.
Por eso, en 2021 la recuperación productiva en Brasil cambió el sentido del juego y desalentó a los compradores de allí a comprar la cebolla argentina. La pandemia también hizo de las suyas y complicó la migración en los pasos fronterizos ante la aparición de la nueva variante “Delta” del Covid-19.
“Esto va a repercutir en todo el país”
La cebolla del río Colorado tiene la particularidad de contar con una cáscara cobriza que le permite una mayor resistencia al clima y extiende un tiempo más su resistencia. Y si bien eso no quita que inexorablemente la falta de compradores o de precio que le sirva al productor conduzca a que la cebolla finalmente se pudra en los campos, las producciones que se cosechan en otras partes del país no cuentan con esa cáscara y por ende urgirá venderlas una vez que sean “arrancadas”.
Y allí otro problema: inesperadamente esa nueva cebolla competirá con la cebolla del río Colorado en el mercado interno, que estará a bajo precio.
La cosecha del sur de Buenos Aires tiene una ventana de cosecha que arranca en marzo y se extiende algunos meses, hasta casi julio. Por estas semanas comienza la arrancada en Santiago del Estero, y tras esa siguen la de Mendoza y San Juan, que se inician en noviembre y culminan en marzo del año siguiente.