
La situación mundial de los mercados ha cambiado (y mucho) en apenas cuatro meses por el impacto del covid-19. En el caso del mercado del vino, esa repercusión ha conllevado una paradoja: se observa un incremento de las ventas por el canal comercial online, con moderada o incluso insignificante repercusión sobre los canales tradicionales, en función de la penetración del comercio electrónico en los diferentes países.
A falta de un análisis más profundo, los primeros datos post covid-19 apuntan a que el incremento real de ventas oscila entre un 10% y un 20%, según el según país y la cultura digital de los consumidores finales, es decir, de quienes verdaderamente han comprado durante la pandemia. Con el canal Horeca (hoteles, restaurantes y cafés) cerrado durante meses, la industria vitivinícola se encuentra ante una oportunidad de poder analizar el comportamiento digital de ese consumidor.
La baja digitalización general del sector, a escala mundial, necesita una institución con capacidad para impulsar esa transformación en profundidad, algo en lo que la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV) debería tener un papel principal. Así, en el Plan Estratégico 2020-2024, figura un eje con los objetivos para llevar a cabo la transición digital del sector:
Favorecer la digitalización del sector
- Determinar qué procesos del sector pueden evolucionar con el desarrollo del aprendizaje automático, el internet de las cosas (IdC), el registro descentralizado, el análisis de datos y tecnologías similares, a nivel de producción, distribución, trazabilidad y comercialización.
- Analizar el impacto económico, social, laboral y jurídico de la transformación digital del sector.
- Evaluar la necesidad de adaptar la presentación de los productos a las necesidades de las búsquedas digitales.
- Fomentar el registro digital de datos y explorar las oportunidades y aspectos críticos de registro descentralizado, en particular para la gestión de datos vitivinícolas.
Conocer a fondo el medio digital
- Promover la transición hacia la desmaterialización de documentos y el flujo de documentos.
- Promover la formación y la divulgación para la rápida adaptación de los operarios.
- Desarrollar la transmisión de datos estadísticos con los Estados miembros y entre ellos, teniendo en cuenta la labor de otras organizaciones intergubernamentales.
Estos objetivos deberán convertirse en medidas concretas, ejecutables y prácticas para un sector en el que deberán convivir en pie de igualdad el comercio convencional con el e-commerce, que requiere una logística bien organizada y eficiente, una buena comunicación y márketing digital.
Hay que ponerse al día con el retraso existente en las tecnologías de la información… Para que la inversión sea efectiva e impactante, se necesita un plan maestro».
Del Plan Estratégico 2020-2024 de la OIV.
El mes de mayo pasado, la OIV lanzó una convocatoria para recibir propuestas de colaboración en el diseño y planificación de una estrategia completa y detallada de transformación digital de la propia organización. En la convocatoria se reconoce la necesidad de «ponerse al día con el retraso existente en las tecnologías de la información», de tener «una visión global» que permita actualizar y optimizar su capacidad y eficiencia en comunicación, gestión de datos, etcétera. En definitiva, «para que la inversión sea efectiva e impactante se necesita un plan maestro».
Las dudas que plantea el comercio electrónico
En estos tiempos post covid-19, las pequeñas y medianas bodegas se hacen preguntas acuciantes en torno a la digitalización. Es de presumir que las bodegas grandes ya tienen claras sus estrategias. Así, por ejemplo, algunos planteamientos van esta línea: ¿qué me conviene más? ¿presencia en una gran marketplace, asociarme con algún portal especializado en vinos o crear mi propio comercio electrónico? ¿Invertir en nuevas estrategias de márketing para generar más ventas o en el enoturismo como área de negocio?
Recordemos que el enoturismo se está posicionando en alza por valor propio, visto por el consumidor como una opción de turismo rural seguro y de calidad, y no sólo como salida o plan B de una bodega.
Cada sector busca su hoja de ruta para posicionarse favorablemente en la realidad económica y social que surgirá de la crisis. Dependiendo de cómo gestione la transformación que la OIV debe afrontar para estar en condiciones de liderar la digitalización y transformación de todo el sector vitivinícola, el mundo del vino resurgirá con fuerza o verá seriamente comprometidas sus opciones de recuperación, llenando de incógnitas su futuro a medio plazo.
Fuente: ACE Enología